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¿Fracasó la derecha?

¿Fracasó la derecha?
noviembre 27
12:49 2013

Por Ricardo Farrú

Finalizada la primera patita de las elecciones presidenciales, los dos grandes bloques políticos, la Nueva Mayoría con Bachelet a la cabeza y la Alianza liderada por Matthei, se aprestan a la lucha final con el asalto definitivo al Palacio de Invierno, aleonando a sus huestes para poder ser ungidos como los verdaderos salvadores de Chile.

Los resultados de la primera vuelta son bastante auspiciosos para la Nueva Mayoría, mal que mal su candidata logró el 46,68 % de los votos, mientras que a Matthei le dio apenas para empinarse sobre el 25 % lo que la deja en una prácticamente irremontable distancia para llegar a la presidencia, por más que ella y algunos delirantes de su sector digan que es un triunfo épico haber pasado al balotaje, aunque fuera a una distancia de casi 22 puntos porcentuales y que ahora ganan sí o sí, por la razón o la fuerza.

Lo anterior indica, sin duda alguna, que Bachelet va a recibir la banda presidencial de manos de Piñera, más allá de los deseos ilusos del sector de Matthei, incluso con el cambio cosmético de última hora a su comando, desechando a su comandante en jefe, Joaquín Lavín, genio y figura de una campaña marcada por acumular tontera tras tontera, donde su único propósito fue llevar a la candidata a los pensamientos más retrógrados y decimonónicos de la derecha política chilena, a contrapelo de lo que la ciudadanía quiere y he ahí los resultados.

Frente a la pregunta entonces, si la derecha chilena efectivamente fracasó, se podría afirmar que sí, ya que este gobierno no va a ser capaz de traspasarle el poder a alguien de su propio sector, aunque esa derrota afecta única y exclusivamente al sector político, ya que el verdadero poder, la derecha económica y esas pocas familias dueñas del territorio nacional siguen y seguirán gozando de extraordinaria salud, tal y como lo hicieron con Pinochet, con la Concertación, con Piñera y con este invento de marketing llamado Nueva Mayoría. De eso no hay que dudar ni por un instante.

La mejor prueba es que ya antes de las elecciones, algunos de sus más connotados personeros salieron a “calmar” el mercado, diciendo que para ellos no era ningún problema un nuevo período de Bachelet.

Si a eso le sumamos la vaguedad de las propuestas programáticas de la candidata de la Nueva Mayoría, los llamados a ser realistas y cuidadosos en las medidas del futuro gobierno  o las discusiones sin resolver al interno del conglomerado sobre temas  muy  sentidos por la ciudadanía como educación gratuita, eliminación del binominal, término de las AFP´s, aseguramiento de salud de calidad universal, matrimonio igualitario, aborto terapéutico o aborto a secas,  queda claro que ese 1 % de chilenos que se llevan el 30 % del ingreso**  podrán seguir felices con la fiesta, que para ellos no tiene término y que ese 99 % restante que se tiene que repartir el 70 % que sobra podrán esperar sentados en el andén que llegué el próximo tren, mientras tejen y destejen sus vanas ilusiones de un Chile más justo y mejor.

Hay algunos temas que se desprenden de esta afirmación y el primero es por qué la derecha económica sigue gobernando tras bambalinas, siendo el verdadero poder detrás del trono de oropel de La Moneda y la respuesta no es fácil aunque se podría reducir al viejo adagio de que con monedas baila el monito.

Las campañas políticas cuestan cada vez más dinero y en una economía altamente concentrada y desigual como la nuestra, los recursos están en unas pocas manos que los reparten de manera casi ecuánime entre las candidaturas con más posibilidades de ganar, por una parte porque eso les permite rebajar impuestos, lo que ya en sí mismo es un pingüe negocio y, por otro lado, se aseguran que los amores con amores se pagan, lo que también es una muy buena ganancia. No es casualidad que los y las candidatas presidenciales corran desesperadamente a las reuniones del gran empresariado nacional a rendir exámenes de blancura y salgan con la cara llena de sonrisas cuando estos los aplauden y aprueban.

El otro aspecto es que hay un tremendo tema ideológico detrás de esa derecha y su poder desde que en Chile se instaló con mucha fuerza la falacia que sólo los empresarios son capaces de generar riqueza y que el Estado sólo genera pobreza.

Esta afirmación, apoyada majadera e insistentemente por el duopolio informativo, cuyos dueños pertenecen al mismo 1 %, ha logrado que la tesis sea aceptada casi como un dogma de fe, intocable e inamovible, pero, curiosamente, fue  la propia candidata de la derecha política la que puso en entredicho la idolatría al afirmar que ella quería llevar a Chile al nivel de Alemania, donde los empresarios asumen que no son capaces de crear riquezas si no es con el apoyo y el concurso de los trabajadores, quienes ejercen muchas veces el papel de colaboradores y donde los sindicatos son infinitamente más fuertes que en nuestro país, justamente para evitar la cadena de abusos que acá se producen a diario.

También se suma a esto la impresionante habilidad de esa derecha económica, que ha sido capaz de cooptar a varios miembros de la Concertación, que apenas desocupaban una sillita en el gobierno de turno, ya tenían sus milloncejos esperándolos en algún directorio, lo que genera la maravillosa continuidad de las buenas remuneraciones y la perpetuidad de unas mejores relaciones sociales, buenos colegios y un brillante futuro para sus vástagos.

Por último, pero no al final, no podemos olvidar que muchos prohombres y promujeres de esta Nueva Mayoría Bacheletista tienen sus intereses económicos justamente en aquellas áreas que la sociedad pide cambiar de raíz, tales como educación, salud y, de rebote, en otros elementos del quehacer nacional como la pesca, la minería, etc., muchas veces de la manito con el gran empresariado nacional.

Termino diciendo que esta derecha económica va a ganar independientemente  que quien nos gobierne y, lo más probable, es que haya aprendido de mala manera su lección, en cuanto a que si vuelve a gobernar la derecha política, con esa amalgama de pinochetismo, “opusdeísmo” y liberalismo agonizante, los que más pierden son ellos, ya que la gente se vuelca a las calles a tratar de botar las dos cosas más sagradas que tienen, el mito de que son los únicos capaces de crear riquezas y a exigir que distribuyan de mejor manera los millones del PIB, porque seamos francos, el problema de Chile no son los ricos, ojalá hubieran muchos más, si no que son los pobres y los endeudados por los siglos de los siglos, amén.

Diario El Pillín

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